Traducción novela multiverse universo 12 y 14

El anciano miraba a su alrededor. No entendía nada. Allá donde fijara sus ojos, no había más que humo y escombros cubiertos de polvo. Todo era gris. De un gris triste y uniforme. Un gris apropiado para la ocasión. No importaba cuanto brillo hubiera, todo ese polvo gris le hacía olvidar el cielo azul de aquel hermoso verano. En tan solo un instante, el gris había borrado el brillo de vida que llenaba el aire no hace tanto tiempo.

En efecto, no hacía mucho desde que aquel lugar fuera una ciudad, una de esas ciudades joviales y provinciales. Esa clase de ciudad en que todo el mundo se juntaba con los demás, todos se conocían y se ayudaban los unos a los otros.

Una vez fue una ciudad pequeña y agradable, ahora ya no quedaba nada.

Nada más que polvo gris y el silencio.

El polvo gris, el silencio, y algunas figuras emergiendo de los escombros. El anciano hizo una mueca. No reconocía aquellas sombras. No eran parte de este mundo. Su mundo había sido esta pequeña ciudad con su bar abierto a cualquier hora del día. Su mundo fue esta pequeña ciudad con su barbero al final de la calle siempre con algún chiste que contar con la risa del almacenero, con Jojo, el propietario de garaje, y su risa escandalosa, y con Alba. Un sollozo muerto en su garganta: Alba.

Una vez más, el anciano intentó apartar la enorme masa que aplastaba la parte inferior de su cuerpo. Apretó sus dientes y sus manos, sintiendo que no eran nada más que una enorme herida bajo el hormigón polvoriento. Gritó de dolor con su último aliento antes de dejarse caer de nuevo y volver a jadear. Cerró los ojos y grandes lágrimas diluyeron la sangre y el polvo de sus mejillas.

Su mano derecha estaba llena de aquel polvo gris, aquel polvo ardiente y frío, que era sólo un vestigio de su felicidad pasada. Jamás volvería a ver la dulce sonrisa de su Alba.

Habían pasado varias décadas y ella seguía aquí, igual que el día en que se conocieron, con una belleza radiante, disfrutando el brillo de la juventud, con el hermoso vestido azul que tan grácilmente marcaba su delgada cintura. Sintió su corazón latir más deprisa cuando la vio acercarse, más brillante que una joya en sus galas de novia. Él la había admirado, había sido radiante, su hijo recién nacido entre sus brazos. Sintió un poco de felicidad cuando recordó el olor tan tranquilizador de su sabrosa comida y las caricias de sus suaves manos en su piel, en su pelo, su aroma. Casi podía olerlo, lo sentía de verdad.

Alba. Un enorme dolor retorció su estómago antes de hacer un bulto en su garganta. Sabía que nunca volvería a ver a su dulce Alba. Ese pensamiento reavivó el dolor que llenaba su cuerpo destrozado, pasó a través de su espina dorsal hasta su cintura. Hizo un esfuerzo para tragar saliva, pero fue el sabor de la sangre lo que bajó por su garganta secada por el polvo.

¿Qué había pasado? ¿Cómo se pudo colapsar su mundo en un abrir y cerrar de ojos?.

Alzó la mirada hacia las figuras que se habían reunido lejos de allí. ¿Quienes eran esos extraños del cielo? Parecían muy ordinarios... bueno, excepto uno de ellos. Sin embargo, no era el de cuerpo más extraño el que resultaba más sorprendente. No.

¿Era posible aquello?

No, no podía serlo. De lo contrario habría evitado todo esto, esa tragedia, esa terrible carnicería. Un arcangel habría detenido a los demonios antes de que el fuego del infierno los envolviera todos sin piedad.

¿Por qué? ¿Por qué, querido dios? ¿Por qué?.

Pero entonces, ¿Quienes eran esos misteriosos extranjeros?.

No era un sueño, lo había visto con sus propios ojos.

Sintió vibrar el aire y temblar la tierra cuando de repente aquel desconocido comenzó a brillar con un aura dorada.
Todo el cuerpo de ese guerrerp fue envuelto con el mismo aura que rodeaba la cabeza de los Santos y los arcángeles en el evangelio. Sintió el terrorífico poder que ese ser emitía obviamente con intención de luchar.

Aquella luz, aquella fuerza, aquella energía, sólo podía pertenecer a un ser divino, ¿Entonces por qué?

¿Como había demostrado la mano de dios ser tan inútil?.

Por supuesto el desconocido había llegado después de la tragedia, ya no podían hacer nada por alba y los demás, pero ver a aquellos asesinos pagar por sus crímenes, el mal sometido por el bien, habría sido justicia.




Published by Billy_el
7 years ago
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