Uno de los momentos más importantes en el día a día de los niños es la cena. Después de un día de aprendizaje y juego, el baño y la cena marcan el inicio de un proceso de relajación hasta que se van a la cama. La cena debe ser un momento de placer, en el que los niños disfruten con la comida en compañía de sus padres.
Además, para muchas familias se trata de la única comida que se realiza en familia. Muchos niños y niñas almuerzan en comedores escolares, cuyo menú suele realizarse teniendo en cuenta las recomendaciones de las asociaciones pediátricas. Sin embargo, durante la cena los padres pueden potenciar aquellos alimentos en los que detecten una carencia y priorizar según los gustos del niño y de la propia familia.
Por eso, es importante que los niños tengan cenas equilibradas, aunque a veces nos cueste mantener la diversidad y estemos agotados después de un día de trabajo. En ocasiones, los niños tampoco lo ponen fácil: pensar cenas sanas, que se preparen de forma rápida y sencilla y que les guste a veces es difícil. Para ayudar en esa tarea, aquí van algunas recomendaciones.
Lo más sencillo es lo más sano
Algunos niños tienen problemas para comer verduras, pero sabemos que no podemos prescindir de estos alimentos esenciales, que son la gran fuente de vitaminas y minerales para nuestro organismo. La solución muchas veces es más sencilla de lo que parece: los niños suelen tolerar mejor el puré de verduras.
El truco para preparar un buen puré o una crema de verduras, a la que puedes añadir algún quesito como fuente de calcio, es que esté bien pasada, para lo que debes contar con una buena batidora, como la batidora Mellerware, ya sea manual o de vaso. Con estas batidoras conseguirás una textura melosa y muy suave.
Otra opción son las sopas. La mayoría de los niños admiten mejor un caldo de verduras y pollo (vitaminas y proteínas de la carne) que las verduras y el propio pollo a la plancha. Además, a la sopa le podemos añadir un poco de hidratos de carbono mediante pasta, ya sea en fideos o con su forma favorita.
Prioriza los alimentos ligeros
Por la noche es preferible no hacer trabajar duro a su estómago. Por eso, conviene ingerir alimentos que se digieran bien: carnes blancas, como el pollo o el pavo, pescados, verduras, arroz y fruta. Una tortilla francesa también es una buena opción. Aunque es ligero y son un buen aporte de proteínas, conviene no abusar de los fiambres y, en todo caso, priorizar aquellos de carne más magra y menos grasos, como el jamón york, el fiambre de pavo o el de pechuga de pollo.
La cena, mejor pronto
Por la misma razón que es mejor no cenar alimentos muy pesados, conviene cenar unas dos horas antes de que el niño se vaya a la cama. De esa forma, evitaremos que haga la digestión durante las horas de sueño, lo que podría interferir en su descanso. Para eso, deberás tener en cuenta que la merienda no sea demasiado tarde.

Licenciado en Ciencias Biológicas con más de 30 años de experiencia en educación como docente en el Centro de formación ACN y creador de Blogs educativos: educapeques.com, educayaprende.com, escuelaenlanube.com, docenciaparalaformacionenelempleo.es. Actualmente imparto cursos de formación profesional en la Academia de Valdepeñas